Los Servicios Sociales municipales son un conjunto coordinado de prestaciones, programas y equipamiento destinados a garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la calidad de vida y a la participación social de toda la población del municipio de Lorca. Se configuran como un servicio de carácter integrador, lo que los constituye como la principal "puerta de acceso" al sistema para el desarrollo de intervenciones de carácter preventivo, de atención integrada a las personas, familias y a la comunidad.
Es el área encagargada de la planificación, estudios y desarrollo de actuaciones relativas a la situación social, así como toda la actuación inmediata y puntual para la prevención de la exclusión social, trabajando por la justicia social, acompañando las situaciones de vulnerabilidad en el municipio de Lorca.
¿En qué?/¿Para quién?
Información Derechos Sociales
Apoyo, Acompañamiento Social
Intervención Profesional
Gestión de Prestaciones Económicas
Espacios para la Promoción Personal
Participación Social
Emergencias Sociales
Para todas las personas en sus diferentes etapas de la vida y para aquellos colectivos que precisenuna especial protección social.
¿Qué atención puede recibir?
“Promoción de la Inclusión Social”
“Intervención Familiar”
“Protección a la Infancia”
“Atención a la Dependencia”
“Orientación Profesional”
“Acompañamiento”
“Intervención en procesos de Vulnerabilidad”
Mediante un equipo de profesionales que prestan una atención a las personas, familias o grupos y promueven la participación social.
En nuestro servicio le atendemos PRESENCIALMENTE con CITA PREVIA. Puede solicitarla a través de:
968 47 00 77 | 968 47 08 30 | 900 10 79 09 *Teléfono gratuito |
De lunes a viernes de 9:00 a 14:00
Publicaciones sobre los Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Murcia
Esta villa urbana fue mandada erigir por D. Raimundo Ruano Blázquez, político y acaudalado hombre de negocios que había pasado un tiempo de su juventud en Edimburgo dirigiendo la casa comercial de su padre. El lugar elegido para su construcción se localizaba en la entonces alameda de Espartero, actual Juan Carlos I, vía abierta poco tiempo antes que iba a acoger en aquel tiempo las viviendas familiares de miembros destacados de la sociedad lorquina. Las obras comenzaron, posiblemente, en la segunda mitad de 1877, y el autor del proyecto y encargado de la edificación fue el lorquino Arturo Navarro Alcaraz, discípulo del arquitecto A. Mélida, y los maestros albañiles responsables fueron los hermanos Antonio y Juan Gil Carrillo. El edificio debió acabarse entre los años 1879-80 y durante un lustro fue considerado como la novedad arquitectónica más importante de toda la provincia, influyendo en el uso de la piedra y en detalles arquitectónicos en otras construcciones locales.
Se trata de un edificio de carácter palaciego, con planta cuadrada de generosas proporciones y amplio jardín anterior -a espaldas de la vivienda se situaba el extenso huerto, que llegaba hasta la acequia de la Magdalena que discurre por la calle López Gisbert-, un claro ejemplo de mansión burguesa que ponía de relieve la distinción social de sus moradores. Su estilo corresponde a un eclecticismo muy acorde con la línea general europea de esta época de la Restauración, con un sabor netamente clasicista en la distribución coherente y armónica de su fachada.
El inmueble está rodeado de una verja de hierro, con una puerta entre dos pilares de cantería que sustentaban originariamente las esculturas de la Industria y la Agricultura.
El jardín de entrada, planificado seguramente como espacio lúdico y social, poseía en su centro un pequeño estanque coronado por una escultura en piedra -con un niño jugando con una oca- del tallista lorquino Juan Dimas Morales.
La equilibrada fachada principal está coronada por frontón curvo -que incluye como clara referencia iconográfica la imagen del dios del comercio- y flanqueada por dos torres octogonales, en tanto que la planta baja es de piedra de sillería y el piso superior de mampostería, con enfoscado que simula ladrillos de aparejo isódomo.
Por puertas y balcones, con recercados de piedra, al igual que por recuadros y el friso superior, se distribuye una decoración a base de grutescos, mascarones, palmetas, roleos y otros estilizados motivos vegetales.
Ya en el interior, tras cruzar la puerta principal -de preciosa talla-, hallamos un vestíbulo amplio desde el que arranca una generosa escalera de tipo imperial, situada en el eje de la fachada, sobria y algo rígida en su diseño pero no exenta de elegancia, con barandal de bronce y balaustres de cristal, posiblemente de la fábrica cartagenera de Valarino.
En la primera planta se encuentra un salón en estilo neonazarita con abundancia de elementos cerámicos y decoración al estuco, inspirado en las yeserías de la Alhambra, muy rica ornamentalmente en los paños de la pared y atauriques que circunvalan el techo; así, puertas y ventanas muestran característicos arcos de herradura califal angrelados. El pavimento -de tipo cerámico- corresponde, así como la azulejería del zócalo, a este estilo muy de moda en la época construcción.
A destacar sobremanera las notabilísimas pinturas que aparecen en los techos del vestíbulo y hueco de la escalera -al modo italiano de quadri riportati-, realizadas todas en el año 1898 por el pintor Manuel Wssel de Guimbarda (1833-1907). Se trata de ocho lienzos repartidos en otros tantos cuarteles que representan a Alegorías de las Bellas Artes (Arquitectura, Escultura, Pintura y Música) y a las Estaciones del Año, respectivamente, constituyendo un conjunto de óleos de lo más interesante en pintura decorativa de este afamado artista.
Por el año 1903 se ubica en el Palacio Ruano la nueva sucursal del Banco de Cartagena, afecto a los intereses mineros y políticos de la familia Romanotes -don Raimundo Ruano había militado en el mismo partido liberal representando a Lorca en las Cortes en 1897-1899- hasta que en 1917 el edificio es vendido a D. Simón Mellado Benítez, quien fuera alcalde de Lorca de grata memoria, y con posterioridad lo adquiere la familia Cachá. En los años 80 el Ayuntamiento hizo diligencias para que en este inmueble quedara instalado el futuro Museo de Lorca y se inició el expediente para su declaración como monumento histórico-artístico. Finalmente, en 1993 el Huerto Ruano fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC), y en 1996 lo compró la Corporación Municipal, lo que evitó un proceso de progresivo deterioro, preservando y enriqueciendo así el patrimonio de nuestra ciudad. Restauradas felizmente las pinturas de Guimbarda en el Taller de Restauración Municipal, y tras una profunda actuación arquitectónica y de recuperación de demás elementos ornamentales, el edificio acoge la Casa Museo del Huerto Ruano.
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