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Las obras de recuperación de la iglesia de San Pedro logran rescatar la bóveda original de acceso y volver a levantar su pilar principal de piedra

Las obras de recuperación de la iglesia de San Pedro logran rescatar la bóveda original de acceso y volver a levantar su pilar principal de piedra

Se trata de un proyecto que supone una inversión cercana a los 600.000 euros, y que permitirá a los lorquinos recuperar una auténtica joya patrimonial. El interior del templo recreará virtualmente el original, previendo el final de las obras durante el próximo verano.

18 de enero de 2018. El Alcalde de Lorca, Fulgencio Gil, junto al Concejal de Cultura, Agustín Llamas, ha supervisado esta mañana la evolución de las obras de restauración y recuperación de la iglesia de San Pedro. Se trata de un proyecto que está requiriendo de una tremenda precisión de carácter técnico, puesto que estamos hablando de reconstruir un inmueble que había perdido el 70% de sus elementos y estructuras originales. Los trabajos ejecutados hasta la fecha han exigido una detallada excavación arqueológica, con un muy cuidadoso ejercicio de documentación y clasificación de piezas. A día de hoy se está interviniendo en la consolidación de los muros, procediendo al cosido de las grietas existentes, que están siendo rellenadas con mortero y agua de cal para otorgar mayor seguridad a la construcción primigenia.

El Alcalde ha explicado que el reto más importante de este proyecto viene determinado por la recuperación de la única bóveda de arista conservada, incluyendo la cúpula del acceso. Se trata de un elemento derruido al 50% por los efectos del terremoto de 2011, del que ya se ha logrado volver a levantar el pilar principal de piedra y su correspondiente capitel. Esta intervención está siendo posible gracias a la especial sensibilidad demostrada por parte del Gobierno Regional de Fernando López Miras, que financia íntegramente esta labor.

Fulgencio Gil ha detallado que la labor de consolidación tiene como base la implantación de una correa perimetral sobre la que se asentará una estructura metálica protectora para la preservación de los elementos originales y su correcta diferenciación de la intervención moderna. Esta correa permite “coser” el inmueble y otorgarle seguridad y estabilidad, mientras que la cubierta de protección incluirá un forjado para refrendar los trabajos de consolidación. El proyecto que se está llevando a cabo, que supone una inversión de casi 600.000 euros, permitirá que el interior del templo recree virtualmente el original, previendo la culminación de las obras durante el próximo verano.

El Primer Edil ha señalado que la intervención propone consolidar y realzar lo existente con nueva materia, reservando la piedra para los elementos originales. A partir de ahí, materiales más ligeros completan los cerramientos levitando sobre la ruina, apoyando sobre ella con respeto, ordenando y dibujando de nuevo los contornos de aquel espacio que configuraron arcos y bóvedas. De una estructura metálica superpuesta permanecen suspendidos los planos que definen el nuevo espacio que tanto nos recuerda al original. Planos rectos y blancos para muros y curvos para arcos, bóvedas y lunetos. Un ejercicio escenográfico y conceptual que nos aleja del falso histórico y que nos permite discernir lo real de lo imaginario. Se trata en definitiva de recuperar el cuerpo del edificio. Que su volumen y su contorno se apoderen de aquel marco del cual fue una pieza protagonista en el urbanismo de la ciudad.

La Iglesia de San Pedro se encuentra ubicada en la falda del Castillo de Lorca, en la parte occidental. La documentación nos data ya su existencia en el siglo XV, aunque como es habitual en los elementos patrimoniales de este municipio, con el paso de los siglos las remodelaciones que se han ido efectuando han ido incorporando la tipología de cada momento histórico. La iglesia se ajustaba en su planta original a una nave única con capillas adosadas en los laterales, poseía una única puerta y junto a ella se alzaba la torre. Los daños que se ocasionaron en el templo a causa de los saqueos previos a la guerra civil fueron tan grandes que casi desapareció en su totalidad, quedando únicamente su torre, partes de la nave y la puerta de acceso.

Forma parte de las denominadas parroquias altas, junto con Santa María y San Juan Bautista. Ha trascendido que su techumbre fue pintada en 1477 y perduró hasta 1936, a pesar de estar oculta por una bóveda de ladrillo y yeso ejecutada en 1765. Esta bóveda era de madera, fiel en su diseño a la tipología mudéjar llamada de par y nudillo, se apoyaba en arcos de piedra transversales al eje de la única nave del templo. Aun siendo de sección angular, y recordando a edificios y levantinos, ofrecía la particularidad de que el ángulo que en otras techumbres de su tipo formaba los declives, estaba aquí cortado por una parte horizontal. Esta combinación originaba tres planos, el central que corría sobre las claves de los arcos y los dos laterales que formaban el declive propiamente dicho.

Su decoración pictórica, ejecutada al temple y atribuida a un tal Maestre Alonso, se centraba en “líneas, cintas y dentellones en vigas y maderos; caras de monstruos en las trompas de las zapatas y flores y lóbulos estarcidos (dibujos estampados pasando una brocha por una plancha en que serán recortados) en los tableros. Todo, sobre fondo azul, ocre o rojo”

La parroquia de San Pedro mantuvo básicamente la estructura y fisonomía arquitectónicas iniciales, del siglo XV. De hecho aún después de los cambios experimentados en la segunda mitad del siglo XVIII que marca un momento de gran prosperidad para dicha iglesia, todavía algunos de sus elementos originales se mantuvieron intactos saltando por encima de adecuaciones y estilos, como fueron la capilla mayor con su bóveda de crucería y la portada con su decoración de pináculos y cardinas tributarios del gótico flamígero

Un templo con mucha historia
La situación de la Iglesia de San Pedro anterior al terremoto de mayo de 2011 ya era bastante precaria, pero el seísmo contribuyó decisivamente a empeorar la situación. La puerta de acceso, y la torre se encontraban agrietadas prácticamente en su totalidad. La bóveda se derruyó parcialmente, cayendo sus cascotes en el interior de la Iglesia. Se manifestaron también numerosas y grandes grietas y fisuras en las piedras de la puerta de entrada y en prácticamente toda la torre.

En un primer momento como medida de emergencia se establecieron refuerzos metálicos en la torre y se apuntalaron y aseguraron las restantes zonas para evitar el riesgo de derrumbe parcial. Lo más importante en ese momento era conservar las partes que quedaban del edificio original. Así, los esfuerzos fueron encaminados, una vez preservada esta parte, a reconstruir el resto del edificio manteniendo las líneas y los espacios, pero usando materiales coetáneos.

La torre tiene planta ligeramente rectangular con dimensiones aproximadas de 5 metros por 4 metros. La altura es de 19,50 metros hasta la parte alta de sus almenas. Construida de piedra, posee tres cuerpos diferenciados, el primero, más alto, macizo, en el que se abre un único hueco para acceso al interior de la torre, ingreso que se hace a elevada altura, por lo que debía haber una escalera que no se conserva. Sobre este primer cuerpo existe un segundo en el que se practican cuatro vanos en arco, uno a cada lado de la torre. Finalmente el remate almenado, lo que le confiere un aspecto de torre medieval. Los tres cuerpos están divididos por una imposta y cornisa de piedra. Las esquinas también están resueltas con sillar de mejor factura que el resto de material pétreo que rellena los paramentos. Las ventanas también se construyen con piedra de sillar hasta las dovelas de los arcos.