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Los bordados y la pasión diferente de la Semana Santa lideran la promoción turística de Lorca para impulsar su declaración como Patrimonio de la Humanidad

Los bordados y la pasión diferente de la Semana Santa lideran la promoción turística de Lorca para impulsar su declaración como Patrimonio de la Humanidad



El Alcalde, Fulgencio Gil, destaca la labor en marcha para conseguir por fin el sueño que persigue toda una ciudad: “que el trabajo que Lorca despliega en sus calles cada Semana Santa sea reconocido mundialmente como el verdadero Arte que es”.



23 de enero de 2019. El Alcalde de Lorca, Fulgencio Gil, ha presentado hoy de forma oficial en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, Fitur, el principal atractivo cultural, turístico y social que desarrolla nuestra ciudad, como es el caso de nuestros Desfiles Bíblico-Pasionales de Semana Santa.



El Primer Edil ha destacado que la Semana Santa de Lorca es “una pasión diferente”, que fusiona tradición, participación popular y sentimiento desbordado. El lema que empleamos es la mejor definición de una representación que también han denominado con acierto como “la locura colectiva de los lorquinos”, tratando de resumir el vendaval de sentimientos que convergen en la Ciudad del Sol. No hay ningún lugar donde se pueda contemplar un evento así. La semana de Pasión lorquina abraza todos los rincones de la ciudad durante diez días en los que el arte, la doma, la música, la pasión y el fervor convergen para erigir una explosión festiva, devocional y social única, que invita al visitante a disfrutarla como uno más. Todo ello envuelto, a la manera de un regalo, por la tendencia artística que Lorca regala al mundo: el arte del bordado, manifestación cultural que es candidata a ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y que podemos admirar en mantos, capetas, banderas o estandartes, obras de arte inigualables de las que doce han llegado incluso a ser reconocidas con la catalogación de Bien de Interés Cultural.



Fulgencio Gil ha manifestado que hablamos de una pasión que no dura siete días, ni siquiera una estación, sino que se extiende durante los doce meses desplegando para ello una ambiciosa agenda cultural y social en beneficio del municipio y de cuantos acuden a la Ciudad del Sol para ser testigos de esta manera única de celebrar. Los museos de bordados y de Semana Santa son buena muestra de ello. MUBBLA, MASS, MUPAEM o Nicolás Salzillo se han convertido en centros referenciales para interpretar el arte del bordado gracias a la contemplación de las extraordinarias obras compuestas a través de las angelicales manos de las mujeres lorquinas: nuestras bordadoras. Pero también promueven exposiciones temporales, representaciones teatrales, conciertos, acciones solidarias y una completísima agenda que hace de Lorca bandera cultural de la Región de Murcia y un espacio de excepción para la interpretación del arte sacro.



Esta Semana Santa de 12 meses es el complemento perfecto para un patrimonio cultural único con el Castillo al frente, la Sinagoga medieval única, la espectacular Colegiata de San Patricio, museos como el Arqueológico, escudos y blasones, paisajes naturales de huerta y sierra, las playas vírgenes de Puntas de Calnegre, una gastronomía excepcional y la calidez de un sol que nos bendice más de 300 días al año y que por ello da nombre a nuestra querida ciudad.



La rivalidad entre los grandes pasos, Blanco y Azul, hace posible el espíritu de superación que ha marcado esta celebración durante el último siglo y medio, actualizándola y convirtiéndola en un elogio al movimiento y la elegancia. Hemos conseguido un nivel de excelencia sin igual. Junto a ellos, encarnados, morados, Curia y resucitados, encuentran en la procesión su hábitat natural, y el mejor medio para expresar sus sentimientos.



Las más grandes civilizaciones vuelven a la vida. Babilonios, tribus israelitas, faraones egipcios, emperadores romanos, Moisés, Nabucodonosor, Julio César, la reina de Saba, Cleopatra o Constantino resucitan y desfilan con esplendor por la Carrera. Y lo hacen en un desfile articulado a través de los caballos, manejados con maestría por el jinete o en enganches entre los que destaca la cuadriga o la siga romanas. También las carrozas gigantescas, la música pasional o la música de guerra conforman el lenguaje propio de nuestras procesiones.



Desde este museo vivo, que es también el teatro más grande del mundo, nuestra carrera, lorquinos y visitantes, fieles cofrades y turistas, más de 10.000 personas, tienen la oportunidad de asistir a un espectáculo que por la música, los escenarios, las interpretaciones y el frenesí, supera a cualquier péplum clásico. Todo ello en un ambiente que se puede tocar, un ambiente de pañuelos al aire y “vivas” emocionados, de forofos del sentimiento que toman bando y lo expresan de manera orgullosa y feliz.



Pero aunque el desfile sea espectacular, la celebración de la Semana Santa va más allá de la carrera, inundando al completo la ciudad sin restricciones en cuanto a espacios y horarios predeterminados. En las iglesias, en los encuentros, en las exposiciones de bordados, en los ensayos o en las recogidas de banderas podemos sentirnos parte del festejo, tomar partido por uno u otro bando y descubrir los entresijos de esta “pasión diferente”.