Los carros del rey persa y del faraón, de blancos y azules, ‘toman’ la Plaza de Isabel II para mostrar la ‘Pasión diferente’ que vive la Ciudad del Sol cada primavera
Los viandantes pudieron contemplar los gigantescos mantos bordados en oro y sedas que integran las colecciones de las cofradías lorquinas en las que hay doce piezas catalogadas Bic
Fulgencio Gil Jódar, alcalde de Lorca: “La espectacularidad de nuestra Semana Santa es única, con carros a la carrera que levantan la arena a su paso como en la antigua Roma y Egipto”
25 de enero de 2024. Los madrileños y los que estos días se dan cita en la Feria Internacional de Turismo, Fitur, se sorprendían este jueves al contemplar en la Plaza de Isabel II las bigas del rey persa Asuero y del faraón Ptolomeo IV Filopátor. Los dos personajes, perfectamente ataviados con mantos bordados en oro y sedas, mostraban a modo de ‘destello’ lo que los visitantes que acudan a la Semana Santa de Lorca se pueden encontrar en los Desfiles Bíblico Pasionales.
“Para un lorquino una biga, una cuadriga, una siga… un etíope, un carro, una carroza… no suponen nada nuevo. Es la Semana Santa de Lorca. Lo que en nuestra tierra se hace llamar una ‘Pasión diferente’. La arteria principal de la Ciudad, la avenida de Juan Carlos I, se convierte en una especie de circo romano en el que se dan cita reyes y reinas, emperadores, faraones… perfectamente ataviados conforme a la época en la que reinaron. Es la historia que cada año se rememora, cobra vida, recordando la pasión de Cristo”, ha afirmado el alcalde, Fulgencio Gil Jódar.
La idiosincrasia de la Semana Santa de Lorca la conforman los pasos, blanco, azul, encarnado, morado, negro y Archicofradía de Jesús Resucitado, que protagonizan desfiles y procesiones desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección. “Nuestra Semana Santa es un espectáculo único en el mundo. Cientos de bordados en oro y seda se dan cita. Cada personaje representa a la imagen que suele llevar bordada en su manto o capeta. No se deja nada a la improvisación, vestimenta, calzado, peinado, maquillaje… Un engranaje que se pone en marcha meses antes de la celebración de la Semana Santa en las casas de los pasos, a donde desde hace algún tiempo se pueden adentrar los visitantes para conocer los entresijos de nuestra Semana de Pasión”, ha argumentado el alcalde.
Las sedes religiosas se convierten esos días en museos donde se exponen los estrenos que se guardan con celo durante todo el año para mantener viva la esencia de ese ‘duelo’ que no solo se lleva a cabo en la arena de la carrera con carros, carrozas y caballerías, sino también con las piezas que desfilarán por primera vez y hasta con las imágenes titulares. “En Lorca es Semana Santa todo el año. Exposiciones, congresos, simposio… tienen como escenario las sedes religiosas, las casas de los pasos, las calles y plazas… Hemos logrado desestacionalizar la Semana Santa para que, el visitante que acuda a Lorca, pueda vivirla todo el año. Pero, indiscutiblemente, la cúspide es en los días en que se rememora la pasión y muerte de Jesucristo”, ha aportado Gil Jódar.
El rey persa Asuero, del Paso Blanco, pertenece al Grupo de Ester y Asuero. El Antiguo Testamento cuenta que el rey persa se desposó con la hebrea Ester desconociendo que era judía y la pertenencia de ésta a una etnia sometida por Persia. De esta forma, Ester intercedió ante el rey para salvar a sus compatriotas judíos del exterminio decretado por la falsedad de Amán, el primer ministro.
El personaje, junto con Ester, desfila sobre biga y en sus impresionantes mantos, bordados en seda, se recoge la escena del desmayo de la reina Ester ante Asuero. Al interceder por su pueblo ante el rey, aún a riesgo de su propia vida al descubrir su verdadera nacionalidad, logra salvar a su pueblo. Por ello, Ester es una representación o prefiguración de la Virgen María que intercede ante Dios por la Iglesia.
La caballería del rey Asuero está compuesta por ocho príncipes o ministros que formaban parte del consejo real. Los jinetes portan unos mantos espectacularmente bordados con escenas de la vida y reinado de los Reyes. El de Tarsis, manto verde, muestra –bordada en sedas- a la propia reina Ester socorriendo a los judíos. Los Santos Padres ya habían visto en Ester una prefiguración de la Santísima Virgen María, ‘auxilium christianorum’, que la Salve proclama ‘abogada nuestra’, así que Ester fue para los judíos lo que María para los cristianos.
El de Setar, manto grana, muestra una ciudad en ruinas haciéndose eco del versículo 24, capítulo 16, del libro de Ester, “toda una ciudad o región que se niegue a seguir estas órdenes sea pasada a hierro y fuego y quede inhabilitada para los hombres y eternamente detestable incluso para las fieras y aves del cielo”.
Y representando el dominio del Egipto ptolemaico sobre Palestina, aparece en la procesión azul la figura de Ptolomeo IV Filopátor, quien reinó en Egipto entre los años 221 y 205 a.C. y que, victorioso sobre el Rey Antíoco III de Siria en la batalla de Rafia, mandó ofrecer sacrificios en el Templo de Jerusalén, según lo escrito por el historiador Flavio Josefo.
La dinastía de este rey se origina tras la muerte de Alejandro Magno, cuando sus cuatro generales principales se repartieron el imperio, correspondiéndole a Ptolomeo Egipto, siendo así el primer gobernante de la dinastía Ptolemaica o de Los Lágidas (que reinara en Egipto desde el 305 al 30 a.C., cuando muere Cleopatra, y con ella el imperio egipcio, que pasa a ser una provincia romana).
Tanto Ptolomeo IV como sus predecesores aparecen en el Antiguo Testamento y en el tercer y cuarto libro de los Macabeos y en el libro de Daniel, cuando empieza describiendo la sucesión de Alejandro Magno.
Desfila en el cortejo del Paso Azul como auriga de una biga triunfal, toda ella tallada en madera rematada por las efigies de Ptolomeo III, su padre, y la esposa de Ptolomeo IV, Arsínoe III. El faraón luce un gran manto de terciopelo negro y raso verde. El manto es un homenaje al inicio de la dinastía Ptoloméica, representando en la parte superior a los predecesores y en la inferior, una escena correspondiente a la batalla de Issos, determinante en la guerra entre Alejandro Magno y el persa Darío III, la cual daría lugar a que Egipto quedara bajo dominio macedonio, lo que más tarde redundaría en el comienzo de la dinastía Ptolemaica. La escena se tomó de un mosaico encontrado en Pompeya y conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
“Cada personaje, cada grupo, cuenta una historia. Una historia narrada a lo largo de los tiempos y que en Lorca se rememora cada año. A los desfiles y procesiones se suman acontecimientos que se suceden antes de iniciarse los cortejos. Anuncios, recogidas de banderas… visitas a las exposiciones extraordinarias en las sedes religiosas, visita a las cuadras de cada una de las cofradías… La Semana Santa se vive esos días con intensidad, desde primeras horas de la mañana hasta la madrugada. Quien la vive, no queda indiferente y repite, porque es única”, concluía el alcalde de Lorca.